“No eres mala madre por investigar, ni mala científica por tener hijos”

Redacción Médica organiza un debate con investigadoras sobre los retos en el sector con perspectiva de género

 

“No eres mala madre por investigar, ni mala científica por tener hijos”. Redacción médica trae un debate sobre mujeres investigadoras, presidido por la redactora Irene Pérez Nova en el que participaron las científicas Elena Domínguez, María Teresa Moreno Casbas, Biola María Javierre, Verónica Miguel Herranz e Inés Ibarra-Lecue.

El 41 por ciento de la producción científica de España está liderada por mujeres. Un trabajo -en ocasiones silenciado- que efemérides como la de este martes, el ‘Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia’, intentan impulsar para que cada vez sean más las mujeres investigadoras que, tanto en el sector público como en el privado, vean reconocido su trabajo y aportaciones igual que sus compañeros varones. Redacción Médica ha celebrado un nuevo debate en el que cinco profesionales del ámbito de la investigación científica y sanitaria. Han abordado la situación del sector investigador “peor remuneradas que en el resto de Europa o Estados Unidos”; las posibilidades de conciliación, “difíciles si quieres llegar a las cuotas de publicaciones”; y el conocido como techo de cristal.

"No eres mala madre por investigar, ni mala científica por tener hijos"

Mesa del debate sobre mujeres investigadoras organizado por ‘Redacción Médica’

Para comenzar a hablar de mujeres investigadoras, vamos a echar una mirada atrás. Pero tirando de hemeroteca no encontramos muchos perfiles de mujeres investigadoras, ¿ha silenciado la historia la aportación de las investigadoras?

Elena Domínguez analiza la situación de las mujeres científicas cuando quieren ‘vender’ una patente.
Elena Domínguez, vicepresidenta de Relaciones Institucionales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): No la ha puesto en valor. Existen mujeres investigadoras, han existido siempre, pero no han tenido la visibilidad que, por ejemplo, tenemos ahora. Sobre los motivos, podemos decir que hay muchos y es muy difícil enumerarlos. Lo que sí sabemos es que la sociedad ya conoce muy bien la poca visibilidad de la mujer. Lo importante, es decir cuáles serían las posibles medidas o las alternativas para que esa visibilidad se haga mayor y la conciliación de la vida familiar y profesional sea más fácil.

Maria Teresa Moreno Casbas, directora de la Unidad de Investigación en Cuidados y Servicios de Salud del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII): No creo que se haya silenciado, creo que ha sido una invisibilidad producida por la sociedad en sí misma. Me niego a pensar que haya habido alguien que haya tenido la voluntad en positivo de decir “vamos a silenciar a las mujeres”.

Biola María Javierre, jefa del Grupo de Investigación del Instituto de Investigación contra la leucemia Josep Carrera: En parte, se ha ocultado el papel de la mujer científica. Ahora la cosa está cambiando, pero hay otro factor: se ha impedido acceder a las mujeres a la ciencia y eso es un tema cultural. Se tenía el concepto de que una mujer no podía ser investigadora y, si llegaba, muchas veces se menospreciaba su trabajo y, al final, se terminaba diluyendo su contribución científica.

Verónica Miguel Herranz: “Las mujeres han podido trabajar en puestos científicos, pero se les ha relegado a un papel más secundario”

Verónica Miguel Herranz, invetigadora en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa CSIC: Las mujeres han podido trabajar en puestos científicos, pero se les ha ido relegando a un papel más secundario y se les impedía el acceso a puestos de mayor responsabilidad. Las mujeres han estado trabajando en la ciencia, pero desde la sombra.

Inés Ibarra-Lecue, investigadora del Grupo de Neuropsicofarmacología de la UPV/EHU: A lo largo de la historia, a las mujeres se les ha impedido estudiar e investigar de la misma manera que hacían los hombres. Por eso, muchas científicas han compartido trabajos con hombres y, al final, ha sido el hombre el que ha jugado un papel en ese descubrimiento. Pero no porque las mujeres no valieran lo mismo, sino porque, en ese momento, se veía que el mérito al final se lo llevaba el hombre y la mujer así lo asumía.

¿Sigue ocurriendo esta situación en el presente?

María Teresa Moreno: Sí.

Elena Domínguez: La situación ha cambiado. En lo que respecta al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), hemos mejorado significativamente la proporción de hombres y mujeres si hacemos una comparativa del 2008 al 2018. Pero debemos reconocer que llegar al famoso 40/60 de la Comisión Europea no es cuestión de un par de años, es cuestión de cultura. En el Consejo hemos aumentado una proporción importante de profesores de investigación mujeres y no tanto de científicas titulares porque no era necesario, porque desde en torno al 2008 estábamos en una paridad de en torno al 40/60.

María Teresa Moreno: Es verdad que estos últimos años se ha cambiado, también en el Carlos III, pero sigue siendo una tenencia de 25/75. Todavía existe alguna reticencia que hace que la igualdad no avance a la velocidad que podría avanzar. En las escalas más bajas hay más mujeres que hombres, pero cuando analizamos la proporción hombre/mujer en puestos de profesor de investigación o catedrático, llegamos a 75/25.

Elena Domínguez: Los cambios sociales no se producen de un día para otro, por eso hay que hacer políticas activas en las instituciones, cambiar los estereotipos, combatirlos… Nos tenemos que convencer de que podemos compatibilizar una vida personal con una vida profesional.

Verónica Miguel Herranz ha ejercido en el extranjero en varias estancias.
Verónica Miguel Herranz: Todas esas políticas de las que hablamos y en las que se ha avanzado tendrán un reflejo en un futuro próximo. Además, nunca ha habido tanta conciencia social sobre la igualdad de la mujer en la ciencia. Hay que ser optimistas y pensar que trabajando de manera activa los porcentajes se irán igualando.

Elena Domínguez: Entre las medidas puestas en marcha está que el periodo de maternidad no contabilice en el currículum. Porque una maternidad, generalmente, conlleva un paro científico, y ha sido una medida muy buena.

Verónica Miguel Herranz: Estoy más a favor de que esas mejoras estén reflejadas en las convocatorias y procesos selectivos que en pensar en una política de cuotas.

Biola María Javierre: El problema es que cuando paras de publicar por una baja por maternidad es muy difícil volver. Por eso, la medida es muy importante, pero no es suficiente. Te alargan la posibilidad, las oportunidades, pero da igual que te den 10 oportunidades más si has bajado en producción científica y quedas ya fuera del sistema. Por mucho que tengas muchas más oportunidades no vas a entrar otra vez en el sistema.

Elena Domínguez: No creo que la maternidad impida el desarrollo de la carrera científica. No soy madre, eso es cierto, pero estoy rodeada de infinidad de mujeres que con madres.

Biola María Javierre: En mi caso, soy madre de dos hijos y sé de lo que te hablo. Para aplicar a determinados fondos de financiación en Europa tengo un año y medio por hijo a cargo y eso sí que me permite acceder a más oportunidades. Pero si ya hablamos de bajas por maternidad, podré aplicar tres años más pero seguiré no consiguiendo el mínimo de publicaciones porque me van a penalizar por el tiempo que no ha escrito nada. Entonces, sí que se ha aumentado el número de probabilidades de poder aplicar, pero no son reales.

Biola María Javierre: “Somos unas factoría de investigadoras para que luego se vayan al extranjero que es donde realmente producen y transfieren sus investigaciones”

Elena Domínguez: O no lo entiendo o no estoy de acuerdo.

Biola María Javierre: Puedes elegir cualquiera de las dos.

Elena Domínguez: Es decir, no comparto que la maternidad impida el desarrollo de una carrera profesional.

Biola María Javierre: Nadie ha dicho eso, yo soy madre de dos hijos e investigadora.

Elena Domínguez: Coincido en que la conciliación de la vida familiar hace más difícil un desarrollo profesional con una dinámica determinada, pero para el hombre y para la mujer. Porque depende de la ambición y del balance emocional de cada persona, independientemente del género. Con esto no quiero decir que las mujeres lo tengamos fácil, pero tampoco quiero dar la imagen de victimizarnos por el hecho de una maternidad.

Elena pone sobre la mesa el hecho de que la conciliación familiar tanto para el hombre como para la mujer afectaba igual, por ejemplo, en este caso, en una investigación, ¿coincide la mesa?

Inés Ibarra-Lecue: No. La mujer se encarga más de los niños y, aunque la situación ha mejorado mucho, sigue siendo  la que juega un papel más importante en el cuidado de los niños. Por ello, sí creo que una científica casada con una pareja que no ejerce ciencia no va a ser lo mismo que un hombre científico que tenga una mujer que no se dedique a la ciencia, porque en ese caso la mujer sea la que se encargue de los niños y el hombre sea el que esté dedicando igual más tiempo a ciencia y en el caso de las mujeres pues tienen que dar más su brazo a torcer. La naturaleza de por qué ocurre esto es muy compleja y tiene mucho que ver con lo que hemos vivido.

María Teresa Moreno: Por mi condición de enfermera me gustaría ir un poco más allá y hablar de conciliación enfermera desde el punto de vista del cuidado de familiares mayores o dependientes. Porque no hay que olvidar que las científicas hemos empezado a tener hijos muy tarde y cuando acabamos de tener hijos tenemos padres que precisan de nuestra ayuda. Y cuando tienes un hijo es verdad que el hijo es de dos, de tu marido y tuyo, pero con el cuidado de los mayores todavía la sociedad asume que es una tarea muy femenina. Pero es verdad que ya te pilla en una época en la que la carrera profesional está mucho más estable.

Biola María Javierre explica su visión como madre y científica.
Biola María Javierre: En el cuidado de los hijos sí se reparten más tareas pero el embarazo quien lo pasa es la mujer y puedes tener un embarazo estupendo, pero dependiendo de qué tipo de investigación haces no podrás estar en contacto con productos químicos. Y hay otra cosa importante, cuando uno de los dos tiene que pedir una reducción de jornada, desafortunadamente lo hace la mujer. Y no lo hace solo por un tema social, es una decisión económica. Si alguien tiene que reducir la jornada, lo hace el que tiene un menor ingreso. Y aquí viene otro problema que sí que existe y está perfectamente comprobado: para el mismo tipo de posición, los salarios de los hombres y las mujeres son diferentes.

¿Han vivido, dentro de la investigación, que sus compañeros cobren más que ustedes?

Elena Domínguez: Doy la razón de que las cifras son rotundas y en este sentido, pero en el sector público no pasa, está igualado a la centésima del euro. Otra cosa es que por la misma tarea el hombre está más remunerado económicamente que la mujer en el sector privado.

Biola María Javierre: En la pública no existe pero para conseguir un puesto de mayor responsabilidad y con un mayor salario va a acceder mucho más fácil un hombre que una mujer con la misma cualificación. Por tanto, los salarios son limpios pero la realidad es otra.

María Teresa Moreno: He estado en tribunales y a mí nunca me han juzgado por mi género, me han juzgado por lo que aporto y por lo que soy. Pero hablo siempre del sector público.

Elena Domínguez: “La presión de las universidades y los Organismos Públicos de Investigación (OPI) a transferir conocimiento es intensa”

Biola María Javierre: No tengo ninguna duda que en el tema público funciona así y es perfecto, pero lo que quiero decir es que igual una persona con la misma formación, pero de género masculino, igual tiene una posición un poquito más alta que legalmente corresponde a un mayor salario. Porque el mundo no se acaba en el CSIC, ni en el Carlos III, ni en la universidad… La investigación también está en los sectores privados y, obviamente, ahí la diferencia es abismal.

Verónica Miguel Herranz: En el sector privado son más reticentes a la contratación de mujeres con en edad para tener hijos. En el caso del sector público ese aspecto es más transparente, según mi experiencia personal, en los procesos selectivos y convocatorias no he sentido ni he visto ningún tipo de desigualdad a la hora de elegir a un candidato.

Biola María Javierre: No, de hecho está habiendo algunos casos que es al revés casi. Se buscan mujeres por llenar las cuotas.

Verónica Miguel Herranz: En el CSIC hay una comisión de mujer y ciencia en la  que se intenta luchar con este tipo de sesgos.

Elena Domínguez: La comisión lleva trabajando desde el 2002, las estadísticas se producen anualmente. Pero, si me permitís, me gustaría reivindicar la labor que tenemos las científicas en la no exclusión del sexo o del género en la investigación propiamente dicha. Soy farmacéutica y en el ámbito sanitario la experimentación se realizaba generalmente en el hombre, en el masculino. Aunque ahora sí lo consideren, todos sabemos de la retirada de medicamentos que ha habido en el mercado, porque no se tenía en cuenta que había mujeres, con un metabolismo distinto, embarazos, etc. Y eso es lo que, como científicas, deberíamos reivindicar.

Es decir, contar conmigo para cualquier lucha por el número y por el género cuantitativo. Pero no nos quedemos solo ahí. Hay que incluir el género en la investigación científica, y las científicas ahí, y por extensión, el personal investigador, tiene una responsabilidad extraordinaria en transmitir ese elemento. Y esto hay que cambiarlo porque, hasta ahora, los estudios los están haciendo hombres. Además, se ha comprobado que cuando el estudio lo dirige una mujer hay un componente de género.

María Teresa Moreno resalta que, además de cuidar a los hijos, las mujeres tienen la ‘obligación’ de hacerse cargo de sus mayores.
María Teresa Moreno: En cuanto a los problemas de salud, las mujeres se fijan en cosas en las que no se fijaría posiblemente un hombre.

Biola María Javierre: La diversidad a cualquier nivel, ya sea de género o cualquier otro aspecto, supone enriquecimiento y de mayor calidad científica.

Las mujeres investigan mucho, pero cuando hay que vender esa labor de investigación y mercantilizarla, el porcentaje cae. ¿No llegan a ese punto por el hecho de ser mujeres? ¿Por qué piensan que la mujer está en la parte investigadora, pero no cuando luego esa patente llega al mercado?

Biola María Javierre: La biomedicina obviamente se patenta, se licencia y se hace startups. Además, también entra en juego el factor de dar el paso hacia la producción de tu investigación. Yo creo que eso también tiene que ver, por generalizar, con que la mujer tiende a creerse que es menos capaz, por la presión social. En mi opinión, nos da miedo poder dar un paso a una nueva aventura porque a los científicos, por lo general, no nos forman para emprender.

Inés Ibarra-Lecue: “Hay cifras que corroboran que las mujeres científicas no nos vendemos de igual manera que los hombres”

Elena Domínguez: La presión que se está poniendo en las universidades y en los Organismos Públicos de Investigación (OPI) a la obligación de transferir el conocimiento es intensa. El sector público de investigación también tiene esa presión. Sí que es cierto que las ingenierías están dominadas por el género masculino y que las Empresas de Base Tecnológica (EBT) de ingeniería tienen unos tiempos de vida más cortos o los hitos están más a corto plazo.

En biotecnología están a mucho más largo plazo y ahí aguantamos mejor las mujeres que los hombres. Es decir, en ese largo plazo resisten más las EBT que están lideradas por mujeres. No obstante, cuando vas a pedir financiación el hecho de ser mujer produce un poco de rechazo, porque no tenemos credibilidad. Es cierto que en el sector empresarial, cualquier idea es más creíble en boca de un hombre que en boca de una mujer, algo que he padecido personalmente. No estamos en un país emprendedor, sin embargo, creo que no es una falta de confianza en nosotras mismas.

Biola María Javierre: No se puede generalizar, está claro.

Elena Domínguez: Lo que quiero decir es que este país no es emprendedor y lo digo como una reivindicación de la investigación, porque se está presionando muchísimo la investigación pública. Este es la que transfiere ese conocimiento sin mecanismos para asumir el riesgo y muchísimos menos para asumir el fracaso.

Biola María Javierre: O quizás se selecciona las mejores ideas para ser transferidas porque la mujer tiene menos tendencia a abordar ese riesgo y dar el paso.

Verónica Miguel Herranz: Otro de los factores que pueden estar detrás de estas cifras es el hecho de la estructura piramidal que tienen los grupos de investigación y el hecho de que estén liderados mayoritariamente por hombres, que son al final los que llevan a cabo estos procesos de gestión y de transferencia.

Biola María Javierre: Pero es curioso porque, al menos en lo que conozco de departamentos de transferencia de conocimiento, generalmente son mujeres las que lo están liderando.

Inés Ibarra-Lecue:  Hay cifras que corroboran que las mujeres científicas no nos vendemos de igual manera que los hombres. En esta línea, el formar una spin-off, dar el paso de trabajar en el ámbito público o crear una empresa exige venderse. Porque al final hay rondas de financiación en las cuales tú vas a tener que vender que tu idea vale.

Inés Ibarra es optimista con el futuro de la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito científico.
La naturaleza del por qué ocurre esto es muy compleja. El  papel que ha tenido la mujer en la historia y cómo se ve a día de hoy hace que, teniendo las mismas ideas, las mismas capacidades y el mismo talento que puede tener un hombre, la mujer probablemente tenga más inseguridades. Esto puede hacer que esa financiación no llegue o no llegues a convencer a quienes la dan.

En el momento en el que tú lo consigues, nosotras aguantamos igual que los hombres. Pero en el momento en el que te tienes vender es donde probablemente encontremos un poco más las diferencias.

¿Las mujeres tienen mejores condiciones investigando en el extranjero o en España?

Biola María Javierre: Yo estuve cinco años en Cambridge y volví hace dos años a formar un grupo de investigación aquí. Volví únicamente por temas personales, las oportunidades no tienen nada que ver. No hay el apoyo que debería de haber, tanto económico como institucional pero, a pesar de esa deficiencia, España tiene una alta calidad en ciencia y está a niveles comparables con otros muchos países.

Tenemos una gran formación y en el extranjero lo saben y pujan por la gente española. Tenemos que estar orgullosos de la universidad pública que tenemos. También España financia muchas becas, no es que sea un gran número, pero si lo comparas con el número de becas postdoctorales o de oposiciones es muy piramidal. Somos una factoría de investigadores para que luego se vayan al extranjero. Allí es donde realmente producen y donde luego transfieren también sus investigaciones.

Verónica Miguel Herranz: Los científicos españoles estamos muy bien valorados fuera a nivel de formación y están deseando que los jóvenes investigadores vayamos para allá. Las mayores diferencias que he visto durante mi experiencia en Estados Unidos son dos. La cantidad de dinero dedicada a la investigación y la estabilidad de la financiación que asegura que los proyectos tengan continuidad y puedan seguir avanzando.

Biola María Javierre: Otro aspecto importante es que en la mayoría de los países tienen muchas más empresas biotecnológicas. Por ejemplo, en Estados Unidos la gente va a hacer el postdoctorado. Después se quedan allí porque hay oportunidades de trabajar en empresas privadas con buenos salarios, algo que no ocurre en nuestro país.

Entonces, ¿es una cuestión de género o es una cuestión única y exclusivamente de irse al extranjero? ¿Allí no han notado diferencia de género?

Biola María Javierre: Hay mucha diferencia. De hecho, hay un problema de concepto porque se cree que el norte de Europa está súper avanzado porque tiene unas ayudas sociales para la maternidad increíbles, con las que puedes estar dos años con tu hijo. Esto es negativo. Es decir, en puestos de dirección en cualquier ámbito profesional hay menos mujeres porque no hay infraestructuras. No hay guarderías y hay una presión social mucho más fuerte porque tienes unas ayudas para parar tu vida para ser madre. En España no tenemos tantas ayudas para ello, por lo tanto, intentamos mantener las dos cosas.

Elena Domínguez: La mayor diferencia que he encontrado es que la estructura está más preparada. En Reino Unido o Estados Unidos existe una estructura y hay una gobernanza interna en el país. Allí la investigación está más potenciada y valorizada. Eso, efectivamente, hace la vida mucho más sencilla.

María Teresa Moreno: Yo, como todas, he estado fuera. Llama la atención la estabilidad que tienen otros países, además de la presión por publicar investigaciones. Durante mis años en Toronto y Montreal, he visto a enfermeras trabajando y haciendo investigaciones. Es cierto que cuentas con dos años para cuidar de tu hijo, pero cuando vuelves es más difícil porque no estás al día.

Mucha gente se ha vuelto porque era imposible soportar esa presión de publicación, al mismo tiempo que tener esas ventajas de poderse dedicar al niño.

Biola María Javierre: Está tan bien preparada la infraestructura que es casi una locura no quedarte con tu hijo, porque, además, te están pagando como si estuvieras trabajando.

Maria Teresa Moreno: Sucumbir es muy difícil pero, por otro lado, poder cumplir con las expectativas se complica más cuando tienes dos y tres hijos.

Biola María Javierre: En los países nórdicos se penaliza mucho más, pero también tienen mayores ayudas, mejor ambiente para poder ser madres jóvenes. Las mujeres científicas que deciden ser madres durante la tesis doctoral son quizás las que evolucionan más sobre la carrera científica. Obviamente, no es lo mismo parar durante una tesis doctoral que cuando ya eres jefe de grupo. En España es impensable hacer esto con los salarios que hay de una beca predoctoral. En otros países con las becas predoctorales puedes ser madre y estar bien.

Conclusiones

Verónica Miguel Herranz: Todavía existen desigualdades cuando analizamos los datos de mujeres y hombres científicos, sobre todo en los diferentes niveles profesionales. En mi opinión, las políticas que se están haciendo van en dirección a solventar esas desigualdades. Pero son necesarias más y es indispensable que sigamos promoviéndolas para que en un futuro próximo podamos acabar con esa brecha.

Una mejora podría ser la de contar con mayores ayudas en el tema de la maternidad o en el cuidado de personas a cargo. Además de favorecer en los procesos de becas, que esa financiación también refleje el hecho de que puedas mover a tu familia o a tus hijos contigo. En el caso de que tengas que realizar un periodo de tu investigación en el extranjero, por ejemplo.

María Teresa Moreno: Se están haciendo cosas, pero la falta de modelos de científicas españolas. Los cambios no son de hoy para mañana, pero está bien que empiece en los colegios a haber niñas científicas. La idea de que el 11 de febrero sea el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia me parece muy bonita.

Por otro lado, también hace falta estabilidad. Las mujeres que trabajan en el grupo que yo dirijo tienen la sensación de que no se pueden estabilizar para poder formar familias.

Biola María Javierre: Es necesario mostrar roles de mujeres científicas, roles humanizados. Esto hay que trabajarlo, aunque es muy difícil y va a tardar mucho tiempo en acatarse. Es decir, una reeducación social.  Yo cuando voy a buscar a mi hija a la guardería solo veo mujeres. Cuando empiece a ver hombres, empezaremos una reeducación social real y activa porque la realidad es que tenemos que poder luchar contra estos sesgos a todos los niveles, no solamente científicos.

Inés Ibarra-Lecue: Soy optimista en cuanto a que creo que hay muchas cosas que se están cambiando. Creemos que los problemas son cuantitativos, que promoviendo cuotas de igualdad de género lo vamos a solucionar y, a veces, obviamos el tema de que el sesgo lo tenemos nosotras y nosotros. El cambio empieza desde el principio, desde empezar a visibilizar el hecho de que la mujer puede trabajar y puede ser madre. Y no es ni mala madre porque trabaje, ni mala trabajadora porque tenga hijos.

A día de hoy sí sigue haciendo mucho daño el concepto de que el buen científico es aquel que trabaja 15 o 20 horas. Debemos cambiar este concepto. Y luego, por supuesto, todo lo que se pueda hacer en términos de visibilidad a la mujer y facilitar el acceso puestos de gobernanza, que es donde existe realmente ese sesgo a día de hoy.

Elena Domínguez: Tenemos que introducir el género en nuestras agendas, día a día, empezando por el día 1 de enero y terminando el 31 de diciembre y así año tras año. Tenemos que ser conscientes del género, de quiénes somos, de lo que queremos representar. Y, en eso, si hay que jugar un papel de rol institucional y hacer presión en las instituciones para que contemplen todas las medidas.

 

 

Fuente: Redacción médica. Para ver el vídeo del debate, has click aquí.